Malos vecinos
Los seres humanos somos seres sociales, vivimos en grupos de nuestra misma especie, pertenecemos a una comunidad, lo que conlleva a tener vecinos. Algunos corren con la suerte de tener vecinos amistosos, amables e incluso se convierten en sus amigos. No obstante, una urbanización es demasiado amplia como para poder conocer a todas las personas que habitan allí y eventualmente podrás encontrar personas no tan consideradas como deberían ser, mejor conocidos como "malos vecinos". No voy a jactarme, autodenominandome la vecina del año, pues no suelo ser muy conversadora, prácticamente solo les sonrió un poco cuando me saludan, pero también he de admitir que no molesto a nadie.
En mi caso particularmente cuento con más de un "mal vecino", pues mi calle es una mezcla extraña de ideologías encontradas y personalidades opuestas. Primeramente están esos vecinos gruñones, que no saludan a nadie, que entran y salen de sus casas cual vampiro encubierto. A estos vecinos no lo encontrarás nunca en la acera y mucho menos socializando con otros vecinos. Ellos se limitan a respirar cuando pasan a tu lado. En segundo lugar, está ese vecino chismoso, cuya función es la de enterarse de la vida ajena, hacerse amigo de todos e intrigar con chismes de escuela. Si lo ves con detenimiento se rigen por aquel principio de "divide y vencerás".
Por último pero no menos importante están los peores vecinos, los desconsiderados. La verdadera inspiración de este post y la razón de que no haya podido dormir anoche. Ayer fue sábado, un día muy esperado por todos, ya que muchas personas se dedican a salir y divertirse con sus amigos. Realmente eso está bien, todos están en su derecho de hacer lo que quieran. Sin embargo, no tienen el derecho de perturbar la paz y tranquilidad de los demás. Al parecer un grupillo de mis vecinos celebraban un aniversario, cumpleaños, divorcio o fiesta judía que se yo, esta comenzó muy temprano como a las 6 de la tarde, lo sé con seguridad porque a esa hora venía llegando a mi casa.
Vi muchos autos parados frente a otras casas, un montón de sillas en el jardín y personas con cervezas por doquier, incluso podrías perderte un poco y dejarte llevar por el delicioso aroma de la carne que asaban. Me pareció bien, entonces seguí con mi hilo de pensamientos hasta que llegue a mi casa. Mi noche parecía ser muy tranquila, un par de películas, una cena tranquila en casa y quizás un libro antes de dormir, pero mis vecinos tenían otros planes. Mientras más se oscurecía su fiesta más se animaba, hasta el punto de ser un verdadero fastidio. Ya pasaban de la 1.30 de la mañana, tenía sueño y un poco de hambre, fui a buscar bocadillos nocturnos en la cocina, cuando escuche un escándalo de proporciones mayores, acababa de llegar a la casa vecina un conjunto musical, no solo a animar la fiesta sino a acabar con el sueño de todos. Casi como si vivieran de ermitaños lejos de la civilización prendieron su rumba, sin importarles la hora, con su música espantosa si me permiten decirlo y de tener sueño pase a tener un insomnio que duró hasta que el sol salió.
Las ventanas de mi casa vibraban sin cesar, con el ritmo de esa estrepitosa música, no había un solo rincón de mi casa donde ese sonido infernal no llegará para entorpecer el descanso. No parecía correcto, rayaba en el abuso, quizás suene algo "hater" pero muchos necesitamos dormir. En mi casa hay un adulto mayor con alzheimer, quién no logro conciliar el sueño casi hasta la misma hora que yo, por lo cual lloró un buen rato. ¿Debe mi abuela pagar por el abuso de personas que no conoce? Yo no lo creo. En ese momento sentía rabia, pobre unas 12 posiciones para dormir en mi cama anoche, una más incómoda que la anterior, sin mencionar que la contaminación sónica avivaba mi molestia. Entonces me senté a pensar, en esa mágica oportunidad que tienen en los países desarrollados de llamar a la policía cuando los vecinos abusan de su calidad de propietarios. Siempre pensé "la gente es muy aguafiestas" llaman a la ley e irrumpen con la diversión de los demás, pero anoche comprendí que tus derechos terminan cuando los de los otros empiezan y cuando pasamos de la confianza al abuso hay que poner ciertos límites. Quizás perdía mi tiempo en otra noche de desvelo, pues nadie pondrá una queja ya que no tenemos una asociación de vecinos efectiva pero de vez en cuando me gusta imaginar cómo serían las cosas si todos fuéramos mejores personas, mejores ciudadanos, mejores vecinos...
Iré a recuperar una o dos horas de sueño. #PeriodistaNoctambula ❤
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