Querida Venezuela
Queridas baldosas de Cruz-Diez
Tras varios meses desde mi último post, he
intentado crear innumerables entradas pero la inspiración era algo que no me
llegaba de manera fácil. No fue hasta hace algunos días cuando salí de
Venezuela, de nuestro hermoso desastre cuando conseguí mi musa, cuando al fin
conseguí un tema honesto y sincero que compartir con ustedes mi grupillo de
lectores.
Quiero ser muy sincera, esto de hacer un blog fue una acción
totalmente improvisada, quería poder expresarme, no por medio de facebook como
acostumbra hacer muchisima gente, con la esperanza de ser comprendidos por el
montón de ¨amigos¨que dicen tener en esa red social, cuyo fin no es otro que
interactuar con personas a las que realmente les importa un pepino tu estado de
animo y con quien estas al momento de subir tus fotos. Pero venga ¿Quién soy yo
para acabar con un prototipo social ya establecido? Ese que jerarquicamente te
ubica en la cima de la popularidad de tu circulo de amigos falsos y
cibernéticos. En fin si sigo yéndome por las ramas quizás no alcance mi
cometido de hacer llegar a ustedes el verdadero mensaje.
¿Ven esa imagen? ¿Esos piecesitos con zapatos morados sobre
un piso estridente y policromatico? Si, esa soy yo, una madrugada cualquiera,
en ese el lugar donde un alto porcentaje de Venezolanos a ido a despedir a un
ser amado o se ha armado de valor llenando sus maletas de sueños, esperanzas y
ha puesto los trozitos de su corazón, al alejarse de esta, la tierra que los vi
nacer y que desgraciadamente hoy los ve partir con lágrimas en los ojos, pero
sabiendo que les espera sin duda algo mejor.
¿Sabria acaso Cruz-Diez la melancolía que traería su
majestuosa obra? ¿Alguno de nosotros imaginaria acaso que ese colorido piso
seria sinónimo de tristeza? La respuesta es no. Como muchos venezolanos he salido
varias veces de las fronteras, siempre con gran ilusión de ir a conocer
nuevos paisajes, de deleitarme con otros aires diferentes a los que respiran
por acá.
Como les comente en entradas anteriores, no soy una chica de
ciudad, a decir verdad tampoco me considero pueblerina, quizás no nací en una
metrópolis, ni tampoco vivo en una pero soy fiel creyente de aquella frase
celebre:
¨La mente que se abre a una nueva idea,
jamás volverá a tener su tamaño original.” Albert Einstein.
Por ello, a medida que he ido conociendo diferentes lugares,
lugares mágicos como suelo llamarlos, ya mi perspectiva de mi realidad no es la
misma y mi entorno comienza a parecerme inconsistente. Y entonces me doy cuenta
que esta no es la manera en que quiero vivir mi vida.
Es sorprendente como al llegar a otro país que no es el
tuyo, puedes sentir alivio, seguridad y hasta alegría, al no tener que
pensar que en la esquina te espera alguien para arrebatarte tus pertenencias,
si tus cosas, esos objetos materiales a los cuales no deberíamos apegarnos
tanto pero que nos han costado esfuerzo y trabajo. Pensar que entraras un lugar
donde los proselitismos políticos no estarán a la orden del día y que al
ir a un establecimiento de comida la única fila que harás sera para cancelar
los productos que compraras.
Parece tonto ¿no es así? Que cuando visite una farmacia en
miami y vi como los anaqueles practicamente se desbordaban de medicinas y
productos de primera necesidad, se me hizo un nudo en la garganta, dando paso a
un par de lágrimas, esas que se escurrían por mis mejillas y lograban ocultar
bajo mis lentes. Yo en ese momento me sentí más nacionalista que nunca y rogué
a Dios con todas mis fuerzas que nos permitiera ver el día cuando Venezuela
llegara a ser al menos una cuarta parte de lo prospero que es ese país.
Fueron tantas las veces cuando la nostalgia me invadió, por
las inminentes comparaciones mentales que no podía evitar hacer entre Venezuela
y Usa, que practicamente perdí la cuenta. Quiero compartirles que tuve la dicha
de ir a una hermosa iglesia y por primera vez en mucho tiempo alce mis ojos
hacia el santísimo, entonces durante la consagración del cuerpo de cristo oré,
como nunca lo había hecho con mis manos unidas y con el corazón vuelto añicos
desesperadamente por mi país.
Y entonces al regresar surgió aquella nostalgia, esa
depresión, esa dualidad de sentir tanto amor como odio y pisar nuevamente tu
obra Cruz-Diez, esa que me regresa a mi Infiernito con nombre de mujer, porque
de paraíso ya no tiene nada. Me arme de valor, respire un par de veces de
manera agitada, practicamente podía sentir los latidos de mi corazón en todo mi
cuerpo, como si cada célula de mi cuerpo se moviera al son de una melodía
interminable, hiperventilaba sin parar y entonces te vi, entre al aeropuerto de
maiquetia y me desplome.
Me recibió ese clima caluroso que impera en esas fechas en
la Guaira. Ese viento pegajoso que nunca me ha gustado y ese ambiente de
agitación que es tan propio de mi país. Camine hacia esas puertas que te
empujan bruscamente a la realidad y te vi Venezuela, te vi otra vez.
Allí estabas magnífica, enigmática y sumamente frágil. Con
un paisaje casi como navideño, con tus cerros llenos de casitas de latón y
ladrillos sin frisar, perecían un nacimiento en plenas fiestas. Iba como
de costumbre mirando por la ventana del taxi que me recogió para llevarme a mi
hogar, en esos momentos filosóficos, donde recorres diversos momentos de tu
vida, momentos que sientes que no viviste al máximo y que ahora los ves
lejanos.
No podía faltar aquel compañero de viaje (El taxista) que se
encargo de ponerme al tanto de todo lo que aconteció esos días que no estuve
por acá. Llenando el ambiente de esas historias un tanto bizarras e
innecesarias de robos, muertes y miseria. Si esa miseria, ignorancia y tristeza
de la cual logre huir por unos cuantos días, días en los que sentí que todo era
realmente perfecto. Y entonces comencé a preguntarme ¿Qué fue de ti Venezuela?
¿Cuándo te volviste una pesadilla de la cual solo queremos alejarnos? ¿Comó tu pueblo
permitió que te profanaran de una manera tan vil?
Creo que cada pueblo tiene lo que merece, sin embargo el
entender que esta desgracia solo es culpa de nosotros, tus propios hijos
querida madre, amada Venezuela, me causa una insoportable desdicha, un dolor
indescriptible. Porque sí Venezuela me dueles.. Como nunca pensé que me
dolerías, porque te amo, porque sin ti no seria quien soy. Porque fuiste, eres
y seras mi hogar, aunque ya no seas la misma, tu recuerdo vive en mi
intensamente y no morirá jamás.
Reportandose #PeriodistaNoctambula ❤
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