Mi país, tu país...




Un país lleno de esperanzas marchitas, un pueblo embargado por la desidia y un futuro tan incierto como la vida misma. Ese país, es mi país, Venezuela. Donde el pensar diferente puede costarte más que una mirada furtiva, ya que los venezolanos ya no parecen ser dueños de sus propias palabras y eventualmente tampoco de su destino. Veo las noticias que me bombardean por doquier, despidos injustificados de profesionales de salud, la fuerza armada cuyo juramento no vale nada cuando deciden atacar a su propio pueblo, estudiantes heridos por manifestar de manera pacífica y presos políticos que viven en el mismísimo infierno. ¿A eso le llamamos paraíso de mujer? A mi me parece la sucursal del inframundo, propia de la divina comedia.

Hace poco vi a mi gente marchar, inundar las calles cual riachuelo que vuelve a su cauce. Pude apreciar cuánto amor profesamos por nuestra bendecida tierra, que no solo es perfecta sino es nuestro hogar. Habían niños, abuelos, incluso personas con cierta discapacidad que decidieron salir a demostrar que aún queda mucho por luchar, pero las intenciones se deshacen cuando el yugo las oprime hasta volverlas polvo. Por allí dicen que cada quien tiene lo que merece, pero mi Venezuela no merece a los gobernantes que tiene, esa banda de corruptos y ladrones, ese conjunto de seres malsanos cuyo objetivo no es otro que hundir a la tierra que los vió nacer excepto por el bigoton quien nacio en otras tierras, pero eso es harina de otro costal. ¿Qué tan kármico puede ser este momento que estamos pagando?

Venezuela es ese lugar al que todo el mundo desea regresar, pues te dio momentos únicos y magníficos. Porque te regalo el amor y la familia, porque es el lugar donde quieres que tus hijos crezcan así como tu lo hiciste. Porque sabes que no hay nada mas rico que una arepa por la mañana, de esas flaquitas que hace tu mamá, con perico y café con leche. Porque cuando es diciembre huele a hallaca, tradición y familia. Porque como muchos, yo no me prepare jamás para dejar mi hogar. Siempre pensé que el nacionalismo no era parte de mi compleja personalidad, que era de esas cosas que no me importaban demasiado para entender y que critique hasta el cansancio, pero cuando te alejas lo suficiente, cuando te desintoxicas de tanta cotidianidad y desesperación puedes poner todo en perspectiva. Y justo allí note que el nacionalismo es tan mío como mi propio nombre. Cada que pienso en Venezuela se me arruga el alma, me lleno de diversos sentimientos con los que no quiero ni puedo lidiar, me llenó de tristeza por no apreciarla un día más, me lleno de rencor al saber que no es la misma y no puedo evitar la nostalgia de pensar en todo lo que deje atrás.

Y como muchos Venezolanos la impunidad nos hizo salir de la zona de confort y emprender un rumbo desconocido, buscando aunque sea una cuarta parte de lo que fue y siempre sera nuestro, Venezuela. Sin embargo, me llena de orgullo ver a esos hermanos resteados como decimos allá, esos que salen con su bandera a cuestas, su gorra tricolor y su camisa blanca, esos que no dejan de soñar diariamente y se proponen lograr el cambio. No se muy bien cómo funciona el mundo en este preciso instante, no entiendo porque un país tan rico, próspero y hermoso tiene que hundirse para aprender una lección, pero de lo que sí estoy segura es que cuando se toca fondo solo queda subir como la espuma. Y pronto llegará tu momento de triunfar Venezuela. No se si sera un revocatorio quien te saque de la penuria, o si quizás tu gente sea quien rescate de las despiadadas garras de esos seres repudiables, pero tu momento esta cerca mi amada dama, así que aguanta un poco más y no decaigas ante la adversidad, que yo desde aquí como muchos de tus hijos estare orando por ti.

#PeriodistaNoctambula ❤

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