Andando en autobús...

Hoy es uno de esos días donde no quieres levantarte de tu cama y con muchísima razón. Ademas de tener específicamente 17 días sin conexión a Internet, gracias al "excelente" servicio que nos brinda la compañía telefónica perteneciente al ineficaz gobiernito nuestro, este que nos aprieta cada día la correa invisible que todos los venezolanos llevamos atados al cuello. Incluso me he visto en la necesidad de canjear los puntos en MG, ya que mi plan de datos no soporta un plazo ilimitado sin wifi. Sin hablar de ese sentimiento al despertar y ver la dolorosa escenas del módem apagado, tuve que soportar que mi auto comenzara a fallar, obligándome a tomar el transporte publico. EL AUTOBÚS, en Venezuela es una experiencia necesaria pero horrible, ya que no solo la inseguridad impera como un tiburón blanco en las profundidades. Hay que mencionar la detestable realidad de compartir tu espacio vital con todos aquellos pasajeros que se suben al bus.
Allí, esta uno, parado bajo el sofocante sol del medio día, casi como si todos naciéramos para ser tejados o paneles solares.  Cuando al fin llega el bus, te encuentras en la disyuntiva de "subirte" o "no subirte" he allí el dilema, ya que si va lleno de gente, me toque ir de pie hasta mi destino. Todo dependerá de que tan necesitado te encuentres, el día de hoy como suponía, me toco ir de pie, surfeando en medio del pasillo, entre fila y fila de desconocidos, intentando mantener el equilibrio cada vez que el conductor frenaba abruptamente (todas las veces). Con mi morral atravesando mi torso, mientras me aferraba como un gatito a ese desaseado asiento, aquel que ha visto millones de traseros y conoce quien sabe cuantas historias. Yo respiraba profundo y me concentraba en no caerme al suelo, pues es de metal y parece que no ha visto un trapeador desde el nuevo milenio. En mi afán de parecer normal y aparentemente cómoda con esa cruda realidad que afecta a más personas de las que me gustaría admitir, vi caer prácticamente en cámara lenta mi lonchera, con mi almuerzo calentito. No es necesario aclarar que mi comida se convirtió en un engrudo homogéneo (pero aun así estaba divino). Al poco rato logre sentarme, allí estaba yo, sola en ese horrible colectivo, oyendo un ballenato infernal. 




Y en ese instante como que no era suficiente, se subió una señora, un tanto voluptuosa, la cual me acorralo y exilio al asiento junto a la ventana. Quizás habría apreciado la vista, pero estaba muy ocupada procurando conservar mis extremidades, las cuales estaban siendo casi cercenadas por la peculiar señora. Al fin logre tener un destello de respiro, cuando el bus se acercaba a mi parada, entonces me levante de mi asiento, solo para que el recolector de la unidad me restregara partes de su cuerpo que ni siquiera puedo mencionar. En un baile por mi supervivencia, logre zafarme de la muchedumbre de personas que se amontonaban en la entrada y baje del colectivo. Entonces y solo entonces pude respirar, y me dispuse a caminar dos cuadras para llegar a mi destino. Un tanto agotada de tanta "cotidianidad", subí al cuarto piso del edificio donde laboro, entonces al llegar encontré las puertas abiertas de par en par, adentro parecía que hacían una barbacoa, los aires acondicionados habían muerto el fin de semana por una adorable tormenta que, por cierto se llevo consigo el tono de mi teléfono local y convirtió mi cuarto en un parque acuático. Estaba yo, allí sintiendo que me horneaba por dentro, lo cual era bastante obvio, ya que llevaba un suéter (para el frió que hace en la oficina). Pero a pesar del tedioso inicio de semana que tuve, digno del pato Lucas, creo que sigo mirando el vaso medio lleno y con mente positiva, ya que estoy sumamente convencida de que estoy viviendo esto como algún tipo de lección de vida, tal como en esas películas donde quedas atascado en un remolino espacio-tiempo, donde debes aprender algo para avanzar, pues así. Quizás mi vida necesite un poco de humildad, independencia o simplemente experiencia. Es evidente, que he invertido demasiado tiempo estando en mi zona de confort, de la manera que sea, se que la vida nos quiere enseñar a todos una lección siempre y hacernos mejores personas en el camino. Por lo cual viviré esta experiencia, con una sonrisa en el rostro y siendo agradecida con Dios por la bendición de despertar cada día. Los invito a todos uds queridos bloggers a hacer lo mismo y darle la vuelta a la tortilla.

Sin Internet y aprendiendo cada día mas.. #PeriodistaNoctambula

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