Buscando Medicinas

Hoy tuve uno de esos agitados días,  bastante comunes en Venezuela ultimamente. ¿Qué estaba haciendo? Te diré que fui a buscar medicinas. Me levante optimista, desayune, me vestí, tome mi par de récipes médicos y salí. Me pare en la primera farmacia que se puso en mi camino, llegue preguntando por alguna de mis medicinas, incluso llevaba un papelito con el compuesto, por si solo habían genéricos. Como es de esperarse acá en Venezuela hay que ir preparados, pero hablando claramente uno ya no sabe que hacer.



Mi primera parada era un fracaso anunciado, al formular mi pregunta la señora de la farmacia hizo aquel gesto de incredulidad, tal como si le preguntara si tenia un dragón. Casi podía palpar la ironía de sus palabras, sin embargo no deje que la adversidad nublara mi día. Continué así mi implacable búsqueda, como un marinero desesperado por un puñado de tierra firme. Ya no recuerdo ni cuantas farmacias visite, incluso me limite a entrar a un par de ellas, pues tenían esos carteles tercermundistas mal escritos a grafito y desteñidos por el sol, donde te advertían que no había ningún tipo de medicina.

Ese fue un momento de ira, impotencia y desprecio hacia un sistema que no funciona, que se ha encargado de torturar a los ciudadanos, practicamente sin piedad. Acorralandote casi como si te enfrentaras a una fiera salvaje, sin saber que hacer, sin la mínima idea de como escapar de esa situación tan penosa. Ya era casi medio día, sentía que había no solo agotado mis opciones sino mis recursos, al paso que iba seria mas factible encontrar harina pan, y creanme eso ya es una hazaña.

Me tome unos segundos para despejar mi mente, liberándome así de aquella carga que tanto aqueja a las personas que buscan algo realmente necesario. Y encomendé mi día a Dios, dije "Que sea lo que tenga que ser". Compre una latita de refresco y puse una pausa a mi ardua tarea. Entonces pase por una pequeña farmacia, que nunca había visto, por una de esas calles que parecen desoladas bajo un clima intransigente. Entre y puff, como por arte de magia allí estaba frente a mi una de las medicinas que buscaba, me sentí dichosa, feliz y justo cuando mi mente cantaba victoria, la decepción me inundo cual caudal. ¿Por qué me alegro? ¿Acaso me uní a esta horda de conformismo que me rodea? Es tan triste pensar que me alegro por el simple hecho de obtener una medicina, cuando hace unos años simplemente tenia que tomarme unos minutos ir y comprarla. La realidad una vez más me abofeteo dejandome frágil y vulnerable, si en este hoyo inmenso donde no parece haber salida.

Pero mi búsqueda aun no terminaba me faltaba otra medicina, esa que parecía no existir en unos cuantos kilómetros a la redonda, y decidí ser mas astuta, porque era mas que evidente que mi técnica no servía. Tome mi celular y comencé a llamar, no obtuve resultados instantáneos, pero al fin supe de las pastillas, no estaban extintas, de hecho se encontraban relativamente cerca, pero sabia que no seria tan fácil. Llegue al lugar, por supuesto estaba copado, de personas comprando cientos de medicamentos, con caras de tragedia ya que mas de uno tuvo que irse con las manos vacías. Recuerdo con claridad que tome mi numerito y espere a que me llamaran. Es casi imposible que tarden 45 minutos en pasar a diez personas, cuando habían seis chicas atendiendo. Pero en esos momentos, poner una queja no ayudara. Me topo con una fila muy grande, era solo para preguntar si el medicamento estaba allí, luego sigues en tu espera. Al fin, fue mi turno, la muchacha me atendió, pobre muchacha, su rostro me lo decía todo. Seguramente había trabajado desde temprano, oyendo quejas y reclamos de la gente, teniendo que aprender casi a la fuerza ese ejercito de nombres raros que tienen las medicinas y como si no fuese suficiente recordar el lugar exacto donde se encuentran.

Yo estaba dispuesta a contagiar mi buena vibra y le sonreí, a pesar de lo aburrida que me sentía y lo cansada de esperar, ella me miro sin ningún tipo de emoción, casi me arranco la prescripción de la mano, la ojeo un poco y me miro con desgano. Entonces me dijo "No entiendo que dice aquí", Me replicaba, por no entender la letra de la doctora, como si realmente fuera mi culpa que la galeno no tuviese una caligrafía para envidiar. Le traduje, pues para mi estaba muy claro, me devolvió la receta de una manera poco simpática y me dijo solo una caja. Y ahí, de verdad no aguante, es decir uno pasa malos ratos, intenta sobrevivir a la crisis lo mejor posible, pero de allí a negarme mis dos cajas reglamentarias, eso es otra cosa. Pensé que reaccionaria mal, pero cuando me escuche a mi misma, mi tono no era de enfado, era de suplica, quería un poco de compasión, un poco de humanidad, solo quería que respetara las reglas y me vendiera mi medicina. No se realmente si fue por lastima o ella quiso ser buena, pero me dio mis cajitas y me mando al infiernito de pagar. Una hora y media después, estaba yo, la siguiente en la fila, pensando que ya no era yo quien hablaba sino mi estomago hambriento y furioso. Sentía enloquecer, pues la señora de adelante estuvo en la caja como unos 15 minutos y yo no entendía, si estaba pagando en monedas de un bolívar o simplemente quería hacernos la estadía más dura. 

Sin duda alguna quise dar media vuelta y dejarlo todo, volver a mi casa y seguir durmiendo. Pero soy humana, me enfermo y tengo necesidades. Lamentable ¿No es así? Darte cuenta que eras feliz y no no sabias. Que los tiempos han cambiado y no se avecinan días fáciles. Pero hay que tener paciencia y perseverancia para enfrentar la cotidianidad con una sonrisa en el rostro!

Buenas noches a todos #PeriodistaNoctambula ❤

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